Orodreht
15/04/2015, 19:06
"Cuanto Respeto"
-Escolten a este viejo a Ullathorpe.- Fueron las últimas palabras de una extensa charla que había tenido con el líder del Consejo Real de Banderbill. Tal sentencia había sido dirigida a unos escuderos que se encontraban descansando de su guardia vespertina. No pude evitar reír sabiendo que era una de sus bromas y así fue que partí de Banderbill, la ciudad amurallada, escoltado por un bardo y un clérigo. Luego de tantos años, mi única defensa era la experiencia. La agilidad se había perdido y si bien podía conjurar los mejores hechizos, me dejaban exhausto en poco tiempo. Podría pelear contra cualquier criminal, pero no contra miembros de la legión oscura. Últimamente habían acrecentado sus filas y aquello no era bueno para un armada retirado de sesenta años.
Ya había bajado el sol cuando logré visualizar los primeros árboles de la ciudad.
-Aquí está bien, valientes.- Les dije, y comenzaron a insistir en dejarme en la zona de seguridad. Con una simple mirada los hice retroceder para que emprendan la vuelta a la ciudad real. Su preocupación era razonable. El trayecto más peligroso del pequeño viaje, era ese tramo de cincuenta metros desde donde estaba parado en aquel instante, a Ullathorpe.
Sin problema alguno atravesé la ciudad y para colaborar con la familia de un carpintero, le compré diez de sus cómodas sillas. Usé la magia para acomodarlas perpendicularmente a la famosa fuente de Ullathorpe y me senté al revés en una de ellas, de modo que mi pecho quedó apoyado en el respaldo.
De repente, por primera y única vez en mi vida me había puesto a pensar en un valor fundamental que me asombró y emocionó al mismo tiempo: El respeto. Ciudadanos, criminales, armadas reales y guerreros del caos vivían y hasta comerciaban entre ellos en aquella ciudad. Fuera de ella, se habían producido infinitas guerras con millones de muertes, pero nadie violaba el acuerdo de paz en aquella ciudad. Parecía increíble que un solo pedazo de pergamino firmado por dos criaturas de este mundo, pacifique a toda una población.
Al cabo de unos minutos, un elfo se me acercó. Me pidió amablemente unas monedas de oro para un escudo de tortuga y luego de ver que estaba vistiendo un simple ropaje, le di suficiente oro como para comprarse diez cascos de hierro. El joven me penetró los ojos con su mirada y hasta el día de hoy no estoy seguro, pero creo que me leyó la mente. Sus palabras fueron dignas del título de este relato. ¡Cuánto respeto!.
Les dejo un relato que hice hace unos años. Lo archivo en este foro. =P
-Escolten a este viejo a Ullathorpe.- Fueron las últimas palabras de una extensa charla que había tenido con el líder del Consejo Real de Banderbill. Tal sentencia había sido dirigida a unos escuderos que se encontraban descansando de su guardia vespertina. No pude evitar reír sabiendo que era una de sus bromas y así fue que partí de Banderbill, la ciudad amurallada, escoltado por un bardo y un clérigo. Luego de tantos años, mi única defensa era la experiencia. La agilidad se había perdido y si bien podía conjurar los mejores hechizos, me dejaban exhausto en poco tiempo. Podría pelear contra cualquier criminal, pero no contra miembros de la legión oscura. Últimamente habían acrecentado sus filas y aquello no era bueno para un armada retirado de sesenta años.
Ya había bajado el sol cuando logré visualizar los primeros árboles de la ciudad.
-Aquí está bien, valientes.- Les dije, y comenzaron a insistir en dejarme en la zona de seguridad. Con una simple mirada los hice retroceder para que emprendan la vuelta a la ciudad real. Su preocupación era razonable. El trayecto más peligroso del pequeño viaje, era ese tramo de cincuenta metros desde donde estaba parado en aquel instante, a Ullathorpe.
Sin problema alguno atravesé la ciudad y para colaborar con la familia de un carpintero, le compré diez de sus cómodas sillas. Usé la magia para acomodarlas perpendicularmente a la famosa fuente de Ullathorpe y me senté al revés en una de ellas, de modo que mi pecho quedó apoyado en el respaldo.
De repente, por primera y única vez en mi vida me había puesto a pensar en un valor fundamental que me asombró y emocionó al mismo tiempo: El respeto. Ciudadanos, criminales, armadas reales y guerreros del caos vivían y hasta comerciaban entre ellos en aquella ciudad. Fuera de ella, se habían producido infinitas guerras con millones de muertes, pero nadie violaba el acuerdo de paz en aquella ciudad. Parecía increíble que un solo pedazo de pergamino firmado por dos criaturas de este mundo, pacifique a toda una población.
Al cabo de unos minutos, un elfo se me acercó. Me pidió amablemente unas monedas de oro para un escudo de tortuga y luego de ver que estaba vistiendo un simple ropaje, le di suficiente oro como para comprarse diez cascos de hierro. El joven me penetró los ojos con su mirada y hasta el día de hoy no estoy seguro, pero creo que me leyó la mente. Sus palabras fueron dignas del título de este relato. ¡Cuánto respeto!.
Les dejo un relato que hice hace unos años. Lo archivo en este foro. =P