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    [Versión 13.2] Quest Final “Nagork vs Athonidas”



    Argentum
    Online
    v13.2






    Prólogo



    La batalla por las Reliquias Ancestrales, fue sin duda una de las más grandes masacres que ocurrieron en las Tierras de Argentum, desde aquellos tiempos donde el mal reinaba y el Dios Morgolock aún caminaba por ellas. La victoria del
    Ejército Real, comandado por el ahora Rey, Tancredo de Hauteville, ante la Legión Oscura, supuso una pausa en las confrontaciones de los dos bandos.
    El Demonio, sabía que la pérdida su comandante Bagronk era una baja que la Legión no debía haberse permitido. Por lo que en su cabeza, maquinó un terrible plan que dejaría al Ejército Real en igualdad de condiciones, para luego acabar de una vez por todas con el reinado de Tancredo y destruir la resistente ciudad de Banderbill. La moral de la Legión Oscura estaba por el piso, muchos soldados de gran nivel y audacia habían caído y ninguno de los sobrevivientes se encontraba en condiciones de ocupar el comando del Ejército Oscuro. El Demonio creyó que no encontraría la respuesta a sus problemas en la ciudad de Arkhein, por lo que emprendió un secreto viaje en busca de los más temidos mercenarios y luchadores del mundo. Lo que no sabía el Demonio, es que la respuesta llegaría volando a lomo de dragón...












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    Última edición por El Narrador; 08/03/2016 a las 01:52

  2. #2
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    El Señor de los Dragones


    La noche era helada, y una espesa bruma cortaba el aire lentamente. El escenario era tenebroso; la luna llena se entreveía en el apacible movimiento de las nubes negras, los lobos lanzaban melancólicos aullidos, y el peligro acechaba en la aparente tranquilidad del lugar. Repentinamente, el llanto de un bebé quebrantó la calma. Luego de algunos minutos éste persistía: el incesante lloriqueo de un pequeño en las afueras de La Caverna del Dragón, comenzó por interesar a algunas alimañas nocturnas que se acercaron. Sin embargo; contrario a lo que cualquier presente hubiese imaginado, las serpientes, murciélagos, y otras criaturas de la noche, se acercaban al niño, y huían asustados a primera vista. El bebé, un niño de apenas algunas semanas, espantaba sin razón alguna a sus depredadores.

    Cuentan que creció en las profundidades de La Caverna del Dragón, criado por los mismos dragones. No se sabe cómo llegó a sus nidos, ni porqué fue aceptado por la criatura más feroz del Argentum, pero se sabe que fue hermano de los Dragones, e Hijo del Gran Dragón Rojo. Se crió en las condiciones más feroces y despiadadas que existiesen, y creció bajo los castigos y las torturas de la siniestra y sombría caverna. Aprendió de sus hermanos la sanguinaria crueldad de los dragones y el soportar cualquier tipo de sufrimiento; pero olvidó aprender sobre la bondad y la misericordia.

    Fue apodado “El Señor de los Dragones”, y su nombre fue temido en las cercanías de la Caverna, aún cuando muchos lo consideraban sólo una leyenda.
    Su afán por la muerte, y su poder sobrehumano, le dieron una reputación oscura y legendaria. Algunos aventureros aseguraban haberlo visto en la caverna: “¡Lo he visto con mis propios ojos: apenas si puede distinguirse su raza, tiene un caminar monstruoso, extremidades abultadas en músculos y cicatrices en cada centímetro de su cuerpo! Es un engendro...”

    El Señor de los Dragones, a pesar de estar aislado del mundo, siempre supo lo que sucedía en el mundo exterior, las constantes guerras entre el Ejército Real y la Legión Oscura: al conocer el resultado de la última batalla, entendió rápidamente que ese era el momento para él y los suyos; que no existía nadie más indicado que él para ese lugar de privilegio en la Legión Oscura. Hizo llegar al Demonio un mensaje a través de un viejo conocido: el Gran Dragón Rojo. La relación entre el Demonio y el Dragón era de un profundo respeto mutuo, se conocían hace tanto que lo habían olvidado, pero definitivamente no eran camaradas. Sin embargo, el mensaje llegó al Demonio, y, lejos de sentirse insultado, vio una puerta abrirse en su problemática y laboriosa búsqueda para un sucesor de Bagronk. Ésta era la oportunidad, debería conocer a ese hombre sin sentimientos, capaz de llevar a cabo las peores atrocidades sin dudar, capaz de batirse a duelo con cualquier mortal y salir ileso, pero, ¿sería capaz de comandar un ejército; de guiarlo hacia la victoria? Sólo había una forma de saberlo, y era probarlo en el combate.

    Nagork llegó a la guarida del Demonio; sus hermanos quisieron acompañarlo por si algo sucedía, pero él decidió que no necesitaba su ayuda, que con él era suficiente para enfrentarse con cualquiera, incluso el Demonio. Lo que sucedió dentro de la guarida es un secreto que solo pueden develar ellos mismo, pero es claro que las expectativas del Demonio fueron cumplidas con creces.
    Algunos días después, el Demonio citó a los más destacados capitanes de la Legión Oscura y les presentó a su nuevo comandante; El Señor de los Dragones. El recibimiento fue frío, pero lejos de levantar sospechas, provocó un gran desconcierto entre los Capitanes, que esperaban su propio nombramiento para el puesto. El Demonio, ante la monstruosa mirada del comandante, les explicó quién era, y poco a poco los ojos de los presentes cambiaron su expresión del odio al respeto. Supieron cuál sería la siguiente jugada: esperarían a la primera batalla para ver el desempeño de su nuevo comandante, y luego el Demonio tomaría las decisiones pertinentes...

    - 2 -




    Última edición por El Narrador; 07/03/2016 a las 23:57

  3. #3
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    El Ataque a Nueva Esperanza




    Legión Oscura> ¡Atención Legionarios! El Demonio ha solicitado la presencia de todos ustedes. ¡Tiene noticias sobre el ejército y planea un nuevo ataque!

    Legión Oscura> Los está esperando en Arkhein, ¡reportense de inmediato!

    Demonio> Los he convocado aquí para comunicarles que Nagork tomará el lugar de Bagronk, como Comandante de la Legión Oscura.

    Demonio> Como su primera misión, invadiremos la isla de Nueva Esperanza. Recientemente ha sido restaurada la paz en ella, por lo que necesitaremos un grupo de legionarios que quieran devolver el caos a la ciudad.

    Nagork> Tomen sus vestimentas legionarias y su equipo, ¡partiremos ahora mismo!

    Nagork> ¡Rápido, hacia el muelle!


    La Legión Oscura se dirigió al Este por agua, con decisión y sed de venganza, liderados por El Señor de los Dragones, Nagork. Al llegar a la isla, se encargaron de silenciar a todo ciudadano y miembro del Ejército Real que se encontraba en el lugar, pero el Demonio quería probar el verdadero poder de Nagork, por lo que dejó filtrar la noticia de que iban a invadir la Isla. En consecuencia, el Ejército Real había actuado rápidamente y desplegado un ejército sobre ella.


    Ejército Real> Un informante anónimo había enviado una carta al Palacio del Rey y Athonidas la leyó con interés.

    Ejército Real>
    La carta hablaba de una posible invasión de la Legión Oscura a la Isla Nueva Esperanza.

    Ejército Real> Por lo que el Comandante Athonidas actuó rápidamente y procedió a convocar a sus compañeros...

    Athonidas> ¡La Legión Oscura ha invadido la Isla Nueva Esperanza! ¡Necesito la ayuda de todos los Soldados Reales y Ciudadanos posibles!

    Athonidas> Partiremos desde Ullathorpe, los que no se encuentren cerca de la ciudad vayan directamente hacia Esperanza, ¡los veré allí! El Comandante Athonidas reunió rápidamente un grupo de Soldados y Ciudadanos y se dirigió con ellos hacia Esperanza. Al llegar a la isla, se encontraron con un caos inmensurable…

    Athonidas>
    Espero que no sea muy tarde...Los dos Ejércitos se cruzaron, el bien y el mal juntos una vez más, luchando por sus convicciones, por sus valores, y por supuesto también, por sus vidas. La batalla se produjo en un silencio que daba terror, la concentración de los dos bandos era infalible, pero la lucha enardeció al encontrarse Athonidas con su nuevo rival…

    Nagork>
    Devolveremos el caos a ésta Isla, ustedes gusanos no lograrán detenernos.

    Athonidas>
    ¿Quién eres tú? Así que la Legión tiene un nuevo Comandante... ¡veamos que tan poderoso eres!


    La destreza de Nagork tomó a Athonidas por sorpresa, a pesar de que su cuerpo parecía desfigurado e inhumano, se movía de tal forma que el Comandante Real tenía que utilizar todas sus fuerzas para no fracasar. Mientras tanto, las fuerzas del mal parecían no tener en sus mentes otra cosa que no sea una victoria, superaban ya en número al Ejército Real y los arrastraban cada vez más hacia la orilla de la isla.
    El Señor de los Dragones, sabía que podría acabar con Athonidas en ese lugar y en ese mismo instante, pero no era lo que tenía planeado. En su mente la victoria era: sentado en el trono de Banderbill con los cuerpos derrotados de Tancredo y su Comandante a los pies. Esa batalla era sólo una demostración del poder que poseía: Nagork concentró su poder en un atemorizante hechizo que hizo que decenas de Dragones Rojos surgieran de él, que destrozaron todo a su paso. Y ese fue el comienzo del fin lamentablemente, para el Comandante Real, Athonidas…

    - 3 -




  4. #4
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    Encuentro Marítimo


    Días más tarde de la gran batalla en la Isla Nueva Esperanza, la voz se corrió por todo el mundo, sobre la existencia del nuevo comandante de la Legión Oscura Nagork, El Señor de los Dragones. Su historia se fue convirtiendo poco a poco en leyenda, y generando gran temor en los más débiles. Las Tierras de Argentum, una vez más, estaban sumidas en el caos que el Demonio y sus lacayos inspiraban.

    El Rey de Banderbill, Tancredo, enterado de la actual situación, no se dejó llevar por los rumores y actuó con decisión: llamó a todos sus capitanes y les dió órdenes de realizar expediciones por las cercanías de la ciudad para cuidarla de un avance enemigo. El Comandante Athonidas mismo, dirigió una de las expediciones por agua en el norte de Banderbill, pero nunca pensó que se encontraría con el mismísimo Nagork, el flamante nuevo líder de la Legión Oscura y un pequeño Ejército de lacayos. “Alguien debe haber delatado nuestra posición” - pensó Athonidas, al mismo tiempo que utilizaba su Cuerno para pedir refuerzos.

    Al estar cerca de la ciudad de Banderbill aún, los refuerzos llegaron rápidamente y la Legión Oscura se abalanzó sobre ellos de inmediato. Una batalla rara vez vista, embarcaciones destruidas, la marea alta inundando las que seguían intactas, algunas criaturas del mar que acechaban a los caídos y los Comandantes de cada bando, una vez más liderando su Ejército y luchando entre ellos. La Armada Real parecía tener control de la situación, hasta que de pronto Nagork, generó una niebla que redujo la visión de todo soldado a una legua a la redonda. El Señor de los Dragones tenía un plan secreto, encomendado por el mismo Demonio: se acercó con su galera navegando silenciosamente por la niebla hasta llegar a la del Comandante Real Athonidas, y lo paralizó de pies a cabezas con sólo hechizo: “¡HOAX VORP!” - vociferó Nagork, luego procedió a invocar a sus Hermanos de Sangre: los dragones rojos, que sostuvieron por sus extremidades y lo elevaron en el aire con destino a la temible ciudad de Arkhein.

    El Ejército Real había podido derrotar a la Legión, pero Nagork se había escapado ya con Athonidas en su poder…

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  5. #5
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    Rescatando al Comandante Athonidas


    ...Finalmente la cadena cedió y se salió de la pared en la cual estaba asegurada. Con la mano que tenía libre forcejeó otro largo rato la cadena que atrapaba su otra mano, hasta que también pudo liberarla. El dolor de las muñecas no era nada comparado con las heridas que le habían infligido, por lo que trató de no pensar en ello. Ahora lo que obstaculizaba su salida era la gran puerta de hierro, pero eso no sería problema: se las había arreglado para robarle la llave al guardia que le llevaba un apestoso trozo de pan todas las noches. Con el mayor sigilo posible, introdujo la llave y salió de su celda. El guardia estaba dormido en su silla con varias botellas de vino vacías sobre la mesa, "bueno, algo de suerte al fin", pensó. Salió por la puerta del calabozo y se escabulló entre unos arbustos de la lúgubre ciudad. Era de noche y el frío le helaba los huesos, estaba casi desnudo y lleno de golpes y moretones. Busco entre los edificios el lugar donde tenían las palomas mensajeras. La puerta estaba cerrada con llave, pero pudo entrar por una ventana trasera. No había palomas allí, eran decenas de cuervos. Escribió el mensaje como pudo, le temblaban las manos, y se lo ató en la pata al cuervo más cercano. Lo sacó por la ventana y el cuervo levantó vuelo en dirección al norte, "De prisa, por favor...". Sintió que se desvanecía del dolor y se sentó en el suelo unos segundos. De haber estado más lúcido habría escuchado los pasos en el exterior. Con un poderoso hechizo, una pared del edificio estalló en pedazos y por el hueco entraron 3 hombres, entre ellos Nagork.

    - Muy astuto Comandante, pero tus amigos no podrán salvarte. Todo está listo, ya no nos eres de utilidad...


    Al día siguiente…


    Todo estaba oscuro en su calabozo, la única luz que veía era una antorcha prendida a lo lejos, probablemente del guardia. Las ratas corrían con desesperación por los pasillos de aquel sucio agujero. Mientras tanto, él se encontraba tirado en el suelo de su celda con una gran cantidad heridas sin curar. El Comandante Athonidas se preparaba para su muerte, el Demonio pensaba ejecutarlo a la vista de todos sus lacayos. Había sido torturado durante semanas, pero nunca se rindió. Nagork, el Señor de los Dragones y Comandante Legionario, iba a tener los honores. La ejecución de Athonidas iba a tener lugar en el viejo Teatro del Juglar…

    Tancredo> ¡Atención soldados! Tenemos una misión importantísima, no podemos permitir que la Legión ejecute al Comandante Athonidas.

    Tancredo> No podemos perder tiempo, reúnanse de inmediato en la ciudad de Banderbill.

    Tancredo> Una vez aquí partiremos hacia la ciudad de Arkhein, ¡el Demonio planea ejecutarlo hoy mismo! Nuestro subcomandante X los esperará en la entrada de la ciudad.


    Nagork>
    Hoy es el día señores... hoy es el día en que la Legión vuelve a triunfar.

    Nagork>
    En unos minutos llevaremos al bastardo al Teatro Juglar y todos tendrán la oportunidad de ver cómo su sangre tiñe el suelo...

    Nagork>
    Estoy seguro que Tancredo intentará rescatarlo, necesitaremos protección. Los quiero a todos en Arkhein, ¡ahora!


    Los miembros de la Legión Oscura se reunieron organizadamente dentro del Teatro del Juglar, esperando con ansias por la sangre del bastardo comandante Athonidas. Por supuesto, sus amigos no iban a abandonarlo tan fácilmente.

    Tancredo llamó a su Subcomandante y le habló en secreto, mientras sus colegas se preparaban para dirigirse hacia Arkhein. “Tengo una misión para tí” - le dijo Tancredo. Minutos más tarde, el Ejército Real comandado por el mismísimo Tancredo y su Subcomandante, se dirigieron a Ullathorpe, donde reclutaron a algunos soldados más. Prosiguieron camino a Arkhein, donde Nagork se preparaba para ejecutar públicamente a Athonidas…



    Nagork>
    Y finalmente, aquí estamos reunidos. Para presenciar la ejecución del Comandante Athonidas…

    Nagork>
    Luego de tantas batallas, ¡al fin tendremos nuestra gran victoria! La gloria será nuestra hoy.

    Nagork> La muerte de Athonidas reducirá la moral del Ejército y Tancredo será juzgado por sus propios subordinados. No dudaremos en aprovechar la situación para atacar con firmeza...

    Nagork>
    Bien, procedamos... Athonidas, Comandante del Ejército Real y Señor del Norte, te sentencio a muerte bajo la orden del Gran Demonio, señor de Arkhein y líder de la Legión Oscura.

    Nagork> ¿Últimas palabras?

    Athonidas>
    ... muere, maldito...


    El Ejército Real rodeó el viejo Teatro Juglar y comenzó una gran batalla dentro del mismo. El Demonio, que se encontraba observando la ejecución desde las sombras, desapareció del Teatro y buscó refugio en Arkhein, no podía darse el lujo de correr peligro ese día. Nagork defendería bien la ciudad de todas formas. En medio de la feroz batalla, Athonidas se liberó, tomó una espada del suelo y se puso de pie como pudo, debido a sus graves heridas. Nagork se encontraba rodeado por varios de los mejores soldados del Ejército Real, por lo que no pudo ver cuando el Subcomandante tomó a Athonidas, y lo llevó a cuestas en su espalda afuera del Teatro del Juglar, corriendo a toda velocidad por los bosques de las afueras de Arkhein. El Subcomandante tuvo que detenerse, ya que el peso de Athonidas lo había agotado. De pronto, una poderosa bola de fuego iluminó los bosques, al pasar junto a Athonidas y se estrelló de lleno en el pecho del Subcomandante...


    Nagork>
    ¿Pensabas que podías escapar? Hasta nunca, Comandante…

    Athonidas>
    ...nunca podrás derrot…


    La pesada espada de Nagork separó la cabeza de Athonidas de su cuerpo con un sólo movimiento…
    Pero de repente, algo inesperado para Nagork sucedió. La cara de Athonidas, mágicamente se transformó en la de otra persona...


    Nagork>
    No puede ser... era... un Druida... ¡un maldito Druida! ¡NOOOO!El bosque explotó en llamas por la ira de Nagork mientras la Armada Real se retiraba de la ciudad de Arkhein como podía.

    Soldado Real> ¡Lo tenemos! Está muy herido, llévenlo directamente a la ciudad, ¡rápido!


    Los soldados de la Legión Oscura habían acabado con decenas de Soldados Reales pero Athonidas había escapado justo en las narices del Señor de los Dragones...




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    Última edición por El Narrador; 08/03/2016 a las 23:49

  6. #6
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    En Búsqueda de los Hongos Medicinales


    Luego del rescate del Comandante Athonidas en tierras enemigas, este llegó a su aposento acompañado de uno de los Sargentos, en el Palacio Real en la ciudad de Banderbill, muy golpeado y con diferentes tipos de lastimaduras y enfermedades debido a la tortura que había sufrido y al estar en aquel horroroso lugar durante tanto tiempo. Mientras el Comandante se encontraba acostado sobre la cama sufriendo a gritos debido a sus intensos dolores, Tancredo dio la orden de llamar a Cerise, la curandera de la ciudad. Luego de unos minutos esta señora llegó con su equipo para curarlo. Para poder trabajar más tranquila, Cerise le dio un poderoso té de hierbas, que lo sedó casi completamente, luego comenzó a desinfectar cada herida que el Comandante había sufrido.


    Después de dos horas muy intensas terminó, pero Cerise le dio a conocer algo al Rey:


    Cerise>
    Mi querido Rey, no he podido sanarlo completamente, me temo que Athonidas ha obtenido una infección terrible en los calabozos de Arkhein. Y sólo hay un tipo de medicina que puede curarlo, sus ingredientes son muy raros y difíciles de conseguir.

    Tancredo> ¿Qué tipo de medicina Cerise?

    Cerise> La medicina se fabrica con una especie de hongos, que solo se encuentra en el Bosque Élfico. Pero hay un pequeño problema... sólo florecen cada cierto tiempo y no hay un periodo constante, pueden aparecer cada horas, días, meses, quizás años...

    Tancredo
    > Entiendo…


    Por un momento, el Rey quedó sin palabras, pensando en ir en busca de esos Hongos... pero uno de los Soldados de turno, que se encontraba en la puerta de la habitación de Athonidas, no pudo dejar de oír la conversación y afirmó que unos días antes había pasado por el Bosque Élfico y vió que los Hongos habían comenzado a florecer. Rápidamente, Tancredo mandó a formar un escuadrón de unos pocos Soldados para enviarlos al Bosque en busca de esos objetos medicinales. Cerise dijo que podrían estar mucho tiempo allí ya que no saben el tiempo de desarrollo. Athonidas había quedado tendido en el catre y a su lado, dos guardias custodiando toda la noche. Con un poco de suerte, diez días después, los Soldados informaron que los hongos ya estaban listos para usarse como medicamento, por lo que el Rey mandó a llamar a los horticultores de la ciudad para que ellos trabajen la extracción de los mismos.






    Los rumores de los movimientos que hacía Tancredo en busca de ayudar al Comandante Athonidas no tardaron en llegar a Nagork, El Señor de los Dragones, ya que éste había infiltrado un espía en la ciudad de Banderbill con el fin de saber paso a paso lo que sucedía.


    Y hacia el Bosque Élfico se dirigieron los Soldados de Tancredo, a cuidar a los trabajadores como así también, Nagork mandó a sus tropas para tratar de apoderarse antes que Tancredo de aquellos Hongos medicinales…


    Nagork> ¡Oh, que casualidad! No esperaban encontrarnos aquí.. Es momento de que se rindan.

    Tancredo> Así que tu eres Nagork, El Señor de los Dragones que tanto he oído hablar. Debo confesarte que estoy impresionado, has logrado derrotar a Athonidas, nuestro mejor soldado. Pero no estamos hoy aquí para luchar, haremos justicia por él a su debido tiempo… Necesitamos esos hongos, y no nos iremos sin ellos.

    Nagork> ¿No pensaste que sería tan fácil verdad?


    El choque de ejércitos se produjo finalmente y el Bosque Élfico vió correr sangre nuevamente por sus tierras. Los Elfos Salvajes y las criaturas que habitaban el bosque, huyeron de la pelea, no querían entrometerse en los asuntos de los forasteros. El Ejército Real, estaba muy debilitado sin la presencia de su poderoso Comandante Athonidas, que ahora descansaba en el que podía ser su lecho de muerte.





    Las fuerzas de la Legión Oscura dominaron la batalla con ferocidad y Nagork ordenó la recolección de los Hongos Medicinales, para horror de los soldados reales que aún estaban con vida. En el descontrol de la batalla, Nagork toma los hongos extraídos y les vierte en secreto una sustancia putrefacta que luego entrega a uno de sus capitanes. Con una macabra sonrisa, ordena la retirada de la mitad de su ejército. El Rey Tancredo, al observar la movida de su rival, decide atacar con todas sus tropas restantes, quienes rodean a los pocos legionarios que quedaban y logran vencerlos. El Capitán Legionario que poseía los Hongos cae en batalla y rápidamente Tancredo ordena su recolección.





    Más tarde, luego de la intensa batalla, la curandera Cerise se encontraba en poder de la medicina fabricada a partir de los hongos conseguidos en el bosque. Efectivamente, la infección que poseía desapareció. Parecía que la salud del Comandante Athonidas mejoraba con los días, hasta que una noche despertó de su sueño profundo con una terrible jaqueca y una presión en el pecho que no lo dejaba respirar normalmente. Cerise, que se encontraba haciendo guardia médica se dió cuenta del altercado que tenía Athonidas y acudió a su ayuda, pero no pudo evitar soltar un grito de terror, al ver el pecho del Comandante: una terrible marca negra aparecía lentamente en su piel, y parecía que lo consumía por dentro cada vez más rápido. Finalmente Cerise comprendió, que se trataba de aquél poderoso veneno… aquel que sólo provoca más dolor y genera una muerte muy lenta… “Temero Anathema”, el Veneno Maldito.


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    El Funeral del Comandante Athonidas



    En cada casa, en cada rincón de la Ciudad del Norte solo se respiraba tristeza. La tristeza que se siente cuando termina una era, o en este caso, cuando termina la vida de un valiente, de un hombre querido por todos. Aún no era oficial, pero los rumores de la noticia había llegado a cada habitante de Banderbill. El comandante Athonidas estaba en un estado crítico y no había más opción que esperar su muerte.
    Sólo quedaba Tancredo, soberano de Banderbill, para dar la noticia a Athonidas, quien además de comandante era su mano derecha, más aún, un gran amigo. Entró en la habitación donde descansaba Athonidas, quien se encontraba cada vez más grave. El comandante lo miró por un instante con ojos llenos de esperanza, como quien espera una buena noticia, pero al ver la expresión de tristeza en el rostro de su rey comprendió. La misión que había comandado Tancredo para salvarlo había fracasado y su vida terminaría sin remedio alguno.

    “Athonidas, camarada, traigo malas noticias” - comenzó a decir el rey, confirmando con sus palabras el pensamiento del comandante - “La legión Oscura ha envenenado los hongos con los que Cerise fabricó la medicina para la infección…” - se detuvo unos segundos y las siguientes palabras que salieron de su boca fueron con un tono de voz más bajo - “lamento mucho decirlo, pero no logramos…”

    “Lo sé” – Interrumpió Athonidas como aliviándole las palabras al rey - “y agradezco mucho tu esfuerzo por salvarme. Pero de todos modos sabía que, tarde o temprano, este día llegaría. No se puede ser eterno comandante de un ejército…”

    Ni una palabra más, sólo una mirada de orgullo, respeto, admiración mutua bastó para que los dos valientes se entendieran. En ese momento, la curandera que atendía a Athonidas entró a la habitación para seguir el tratamiento, haciendo vanos esfuerzos por tratar de sanarlo, o tal vez para aliviar el dolor. Tancredo se retiró del recinto cruzando una última mirada del más sincero respeto con aquel valiente guerrero y sin decir más nada, cerró la puerta.


    Esa misma noche Tancredo se encontraba sentado en su trono, cuando un tímido “Permiso mi señor” interrumpió el silencio... Era Cerise, la curandera del Reino, quien miraba al Rey sin poder emitir una sola palabra, pero una lágrima rodando en su mejilla habló por ella.

    “Cerise... quiero que por la mañana se encargue de realizar los preparativos para darle a Athonidas un funeral digno de un Gran Comandante… Ahora, retírese a descansar por favor.” - dijo Tancredo.

    A primeras horas de la mañana siguiente Cerise se encargó de hacer oficial la penosa noticia...

    ~~~


    Mientras tanto, en un oscuro rincón de la Ciudad de Arkhêin, se encontraban Nagork, El Señor de los Dragones, junto al mismísimo Demonio...

    La suerte parece estar de nuestro lado, ¿verdad?” - dijo Nagork.

    Esto no es suerte, llevo años planeando este momento. Tenemos a nuestro enemigo herido moral y emocionalmente. Es hora de demostrarle a Tancredo quien es el amo y señor de éstas Tierras.” - le respondió bruscamente el Demonio.

    “Quiere decir que es hora de dar el tan esperado golpe?”.


    “Así es Nagork... ya sabes lo que tienes que hacer”. - dijo con una leve sonrisa, que sólo Nagork podía entender.
    “Te dirigirás a todos los legionarios y criminales de estas tierras. Ellos acudirán a tu llamado.” - prosiguió el Demonio.

    ~~~

    Tres miembros del Honorable Consejo de Banderbill, llevaban el ataúd de cada lado. Una despedida a la cual concurrió toda la ciudad, más algunas personas de otros lugares: Athonidas era un hombre muy respetado en todo el mundo de Argentum. Dentro del Consejo Real, se encontraba esperando el Rey Tancredo, paciente, tranquilo, pero con una mirada que reflejaba los más profundos deseos de justicia. Al llegar el ataúd, se levantó de su asiento y dispuso a recitar algunas palabras:


    Tancredo> Ciudadanos, hoy estamos aquí reunidos para despedir a un gran hombre. Un valiente que dio la vida por todos nosotros, por el bien de Banderbill y todas las personas nobles de estas tierras.

    Tancredo>
    Un guerrero que defendió este pueblo con honor y dignidad, con sabiduría y nobleza. Un comandante cuyo deber cumplió del mejor modo y logró liderar sus tropas con capacidad y maestría.

    Tancredo>
    Hoy con la mayor tristeza nos despedimos de su cuerpo, mas no de su espíritu que sin duda alguna seguirá vivo, velando siempre por nosotros, su pueblo, y por su querida Banderbill

    Tancredo>
    Pero más allá del dolor que sentimos, no debemos dejarnos caer, debemos seguir adelante, como él hubiera deseado, y saber que todo ocurre por algún motivo. Su muerte nos ha enseñado lo que significa luchar y defender su pueblo hasta las últimas consecuencias, nos ha dado el ejemplo de un hombre que mantuvo su honor y lealtad hasta el final.

    Tancredo> Hemos aprendido mucho de ti, y te damos las gracias. Hasta siempre, comandante Athonidas.

    La triste despedida prosiguió con los miembros del Consejo, quiénes dijeron algunas palabras más mientras agregaban su puñado de tierra, al último lugar de descanso de su fiel Comandante. Cuando de pronto, en el oscuro y silencioso atardecer, se produjo una explosión que se elevó en la ciudad, iluminando los lúgubres rostros de los habitantes de Banderbill...

    Guardia Real>¡Mi señor! ¡Mi Señor! ¡Algo horrible acaba de suceder!

    Tancredo> ¡¿Que fue esa explosión?!

    Guardia Real> ¡Es La Legión Oscura Señor! Nagork acaba de tomar el palacio real... Acaban de asesinar a todos los Guardias que se encontraban dentro del palacio. Yo, con mucha suerte logré escapar.

    Tancredo> ¡No puede ser! La ciudad corre grave peligro… En nombre del Comandante Athonidas: le debemos nuestras vidas ¡debemos defender Banderbill!

    Tancredo> ¡Preparen las armas, todos al Palacio Real! ¿Están ustedes conmigo? ¡Pues entonces marchemos!





    El Ejército Real se organizó como pudo, debido a la inesperada situación y acudió en defensa del Palacio. El Rey Tancredo de Hauteville, iba a la cabeza de sus tropas y fue el primero en entrar. En medio de todos los destrozos, su trono estaba intacto pero una persona lo ocupaba…


    Nagork>
    Bienvenido Tancredo, estabamos esperandolos… Como verán, la ciudad puede ser tomada en cuestión de minutos, no hay necesidad de que hoy corra más sangre. Sólo deben aceptar la derrota y arrodillarse ante el Gran Demonio.

    Tancredo>
    Asesinaste a mi compañero, mi amigo, mis tropas, mi familia. Nunca perdonaremos semejante acción. Tú y el Demonio pueden volver al asqueroso agujero del que salieron…

    Nagork> Entonces no nos dejas opción, acabemos con esto de una vez por todas...







    [youtube]aKkPgvEsCkw[/youtube]

    Link: https://www.youtube.com/watch?v=aKkPgvEsCkw





    El Señor de los Dragones se precipitó del trono y realizó el mismo conjuro que anteriores veces le había servido de tanta ayuda… Los Dragones Rojos acudieron en su ayuda, y atacaron a tanto miembro de la Armada Real pudieron. Las dos fuerzas del bien y el mal, se enfrentaron dentro del Palacio, en los jardínes, en las calles de Banderbill, durante toda la noche.
    El Ejército Real además de la ventaja del territorio, poseía en sus corazones el deseo profundo de ajusticiar a su caído Comandante, lo que les dió una fuerza sobrenatural para acabar con la mayoría de la Legión Oscura. A pesar de todo, Nagork parecía no tener la necesidad de retroceder o retirarse, algo raro pasaba por su mente, el plan del Demonio ¿podría ser llevado a cabo? De pronto, se escuchó un grito desgarrador en los cielos, no era humano definitivamente; luego un aleteo feroz, y una respiración que parecía una chimenea gigante… Era el Gran Dragón Rojo, que se acercaba acechando a gran velocidad.

    Tancredo sintió algo que hace mucho no sentía, temor… temor por sus ciudadanos, por sus amigos. “No tengo otra opción” - pensó. El Rey concentró todo su poder en sus manos y en ellas apareció mágicamente una espada resplandeciente. La incrustó en el suelo con todas sus fuerzas y esta produjo una onda expansiva tan poderosa que derribó a todos a su alrededor, dejandole lugar para correr hacia Nagork. Se encontraban frente a frente, quizás por una última vez:


    Tancredo> Hasta aquí has llegado Nagork, voy a lamentar haber tenido que hacer esto para salvarnos…

    Nagork>
    La Espada de los Cielos, ¿verdad? ¿Crees que puedes con ella? ¿Crees que puedes controlar su poder?

    Tancredo>
    No, no lo sé… ¡supongo que tendremos que verlo con nuestros propios ojos!


    Apuntó con la Espada de los Cielos al Señor de los Dragones y de esta surgió la Descarga Eléctrica más poderosa que se haya visto jamás. Generó tal estruendo que ensordeció a toda la ciudad y provocó una bola de humo que cegó todo el Palacio. Cuando se disipó el humo, y los escombros dejaron de caer, se observó una escena aterradora: El Gran Dragón Rojo cubría con su escamoso cuerpo al debilitado Nagork, que tenía su armadura destruida por completo. Podía verse como la garganta del Dragón resplandecía lentamente, y como el ambiente elevaba su temperatura. El Gran Dragón abrió su enorme boca y lanzó una poderosa llamarada letal hacia El Rey Tancredo…


    - 7 -



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    Última edición por El Narrador; 20/03/2016 a las 19:18

  8. #8
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    Epílogo



    Al amanecer…

    El Gran Dragón Rojo voló con Nagork en su lomo hacia Arkhein y lo dejó en las afueras de la ciudad. El Demonio observó en los cielos como el Dragón volvía a su caverna y mandó a buscar al herido Nagork. La furia del Gran Demonio hizo que toda la ciudad temblara… Observó como Nagork era trasladado para ser sanado, sintiendo por dentro una gran decepción mezclada con repugnancia. Se sorprendió cuando en sus pensamientos, apareció aquella voz, que no había vuelto a escuchar desde hace cientos de años…

    Voz Misteriosa> No ha sido su culpa, el bastardo Tancredo ha tenido una pequeña ventaja de su lado. Tiene en su poder la Espada de los Cielos, y al parecer es el Elegido para usar su magia. Pero imagino que no te darás por vencido, ¿verdad? Aún queda trabajo que hacer, supongo que esto te ayudará…

    El
    Arco Mallorn, tallado con las más puras maderas élficas, apareció en manos del Gran Demonio.


    Voz Misteriosa>
    Debes enseñarle el camino a las artes más oscuras, tiene un gran futuro. Dependerá de ti, que se haga realidad.

    Demonio> Sí… maestro.





    Continuará...






    Agradecimientos:

    A todos los colaboradores de la comisión de RoleMasters que pasaron durante los años, al Staff de la versión v13 que nos brindó el lugar para hacer esto y a todos los usuarios que participaron y nos ayudaron a no olvidar el rol dentro del Argentum. ¡Nos veremos pronto en la v1.0!


    Agradecimiento Especial por los Screenshots/Videos:


    Segundo, Cuidadoso, Manndy.

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    Última edición por El Narrador; 08/03/2016 a las 02:01



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