A un guerrero se lo conoce por muchos nombres. Hay quienes te conocen por tu nombre, otros utilizan apodos, pero también está quien te conoce como amigo, como padre, o como hijo. Pero tu nombre no es lo que te hace ser hombre; ni es cuánto oro guardás en la bóveda, o cuantas espadas matadragones tenés, ni el equipo que llevás puesto. Lo que te hace ser hombre es cómo te comportés.
Cuenta la historia que un asesino nacido en Ullathorpe, hijo de una madre comerciante de Banderbill y un padre guerrero del Ejército Real, nunca había tenido la oportunidad de participar en los grandes clanes, o en los grandes torneos.
Él empezó matando murciégalos, serpientes, lobos, para más adelante atreverse con las arañas. Con el tiempo aprendió el arte de la navegación y pudo recorrer los mares para desafiar a los leviatanes. Él nunca necesitó de nadie para entrenar, y gastó todo su tiempo en ser el mejor asesino. Cuando llegaba al nivel treinta y cinco, se dio cuenta de que había tenido tanta paciencia que hasta tenía los puntos necesarios para crear su propio clan. Pero finalmente decidió invertir esos puntos en otras prioridades para ser el asesino más fuerte de las tierras de Argentum.
A lo largo de su crecimiento tuvo enfrentamientos con cualquier otro guerrero que se le cruzara en el camino, formando nada más que enemistades, pues su soledad era evidente. Él quería demostrar que podía lidiar con cualquier tipo de situación estando solo. Con el paso del tiempo finalmente llegó a las tierras del calabozo Veriil, sin temor y con gran orgullo. Ya había estado por el agua, por las tierras de fuego, pero nunca se había animado a entrar a Veriil.
Cuando se aventuró por la célebre isla y su calabozo, se encontró con el mundo de sus sueños; allí observó los clanes más codiciosos y prestigiosos de todas las tierras del Argentum. Tímidamente entraba por los caminos más ocultos y en varias oportunidades logró apuñalar sin asco a muchas de sus víctimas, donde se incluían a magos equipados con túnica de druida o legendaria; magos de los clanes más competitivos.
Como es lógico, al estar solo, nunca pudo entrenar en el sitio más deseado de Veriil, el calabozo del dragón, donde actualmente ya no existen dragones sino que hay sólo medusas. Este es sin dudas el espacio más competitivo de todo Argentum, ya que ofrece el lugar de entrenamiento más intenso y beneficioso de todos.
Él continuó con su objetivo de ser el mejor asesino de todos, y con el tiempo lo iba logrando, pero su primera frustración apareció cuando se dio cuenta de que había dos o tres asesinos por encima de él. De hecho, a todos ellos los había visto en más de un enfrentamiento, en los cuales se batallaba de forma directa o no tan directa.
Horas y horas dedicaba a los leviatanes, los cuales reducían su frustración y lo acercaban al objetivo con el que siempre soñó: subir de nivel y codearse con los mejores clanes. Pero un día se dio cuenta de que los leviatanes no iban a ser suficientes para tener la experiencia necesaria, así que se vio inmerso en una encrucijada.
¿Había desperdiciado sus días? Aunque criminal, siempre había sido honesto con su objetivo. Nunca mintió, nunca se falseó, nunca se engañó. Cuando tuvo dudas preguntó, cuando temió se afianzó, y cuando pasó hambre sembró cada día un destino diferente. No se sentía esclavo de su situación, ni aun siendo esclavo. Él siempre resistió, él siempre fue fuerte.
Con el tiempo finalmente logró, gracias a un contacto que tuvo, ingresar a uno de los más grandes clanes de Argentum. Su camino ya estaba casi concretado, y la llegada a sus metas se había llevado a cabo. Pero todo cambió cuando él, como nuevo que era, tenía que volver a demostrar todas sus aptitudes. Insultos le llegaban, por no saber relacionarse en conjunto dentro de un clan; y en poco tiempo fue expulsado. Es que él, por mucho tiempo había elegido la soledad.
Las dudas volvían. ¿Fue todo lo que había vivido un círculo vicioso? ¿Había desperdiciado su vida desde el primer momento?
Antes de abandonar para siempre las tierras de Argentum, el asesino, fuera ya de su frustración y enojo se respondió a él mismo, y dijo lo siguiente: no, nada de esto ha sido un círculo vicioso ni un fracaso. Porque él recordó que nunca se engañó, que nunca se traicionó, y que prefirió estar solo.
Porque no es tu clan lo que te hace ser hombre, ni el equipo que llevés, ni tu nivel, ni cuánta experiencia ganaste. Lo que te hace ser hombre es cómo te comportés. El asesino abandonó las tierras, queriendo eso; que se lo recuerde por haber sido... un buen hombre.