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    Cazador de lobos Staff
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    28 feb, 16
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    Rescatando al Comandante Athonidas


    ...Finalmente la cadena cedió y se salió de la pared en la cual estaba asegurada. Con la mano que tenía libre forcejeó otro largo rato la cadena que atrapaba su otra mano, hasta que también pudo liberarla. El dolor de las muñecas no era nada comparado con las heridas que le habían infligido, por lo que trató de no pensar en ello. Ahora lo que obstaculizaba su salida era la gran puerta de hierro, pero eso no sería problema: se las había arreglado para robarle la llave al guardia que le llevaba un apestoso trozo de pan todas las noches. Con el mayor sigilo posible, introdujo la llave y salió de su celda. El guardia estaba dormido en su silla con varias botellas de vino vacías sobre la mesa, "bueno, algo de suerte al fin", pensó. Salió por la puerta del calabozo y se escabulló entre unos arbustos de la lúgubre ciudad. Era de noche y el frío le helaba los huesos, estaba casi desnudo y lleno de golpes y moretones. Busco entre los edificios el lugar donde tenían las palomas mensajeras. La puerta estaba cerrada con llave, pero pudo entrar por una ventana trasera. No había palomas allí, eran decenas de cuervos. Escribió el mensaje como pudo, le temblaban las manos, y se lo ató en la pata al cuervo más cercano. Lo sacó por la ventana y el cuervo levantó vuelo en dirección al norte, "De prisa, por favor...". Sintió que se desvanecía del dolor y se sentó en el suelo unos segundos. De haber estado más lúcido habría escuchado los pasos en el exterior. Con un poderoso hechizo, una pared del edificio estalló en pedazos y por el hueco entraron 3 hombres, entre ellos Nagork.

    - Muy astuto Comandante, pero tus amigos no podrán salvarte. Todo está listo, ya no nos eres de utilidad...


    Al día siguiente…


    Todo estaba oscuro en su calabozo, la única luz que veía era una antorcha prendida a lo lejos, probablemente del guardia. Las ratas corrían con desesperación por los pasillos de aquel sucio agujero. Mientras tanto, él se encontraba tirado en el suelo de su celda con una gran cantidad heridas sin curar. El Comandante Athonidas se preparaba para su muerte, el Demonio pensaba ejecutarlo a la vista de todos sus lacayos. Había sido torturado durante semanas, pero nunca se rindió. Nagork, el Señor de los Dragones y Comandante Legionario, iba a tener los honores. La ejecución de Athonidas iba a tener lugar en el viejo Teatro del Juglar…

    Tancredo> ¡Atención soldados! Tenemos una misión importantísima, no podemos permitir que la Legión ejecute al Comandante Athonidas.

    Tancredo> No podemos perder tiempo, reúnanse de inmediato en la ciudad de Banderbill.

    Tancredo> Una vez aquí partiremos hacia la ciudad de Arkhein, ¡el Demonio planea ejecutarlo hoy mismo! Nuestro subcomandante X los esperará en la entrada de la ciudad.


    Nagork>
    Hoy es el día señores... hoy es el día en que la Legión vuelve a triunfar.

    Nagork>
    En unos minutos llevaremos al bastardo al Teatro Juglar y todos tendrán la oportunidad de ver cómo su sangre tiñe el suelo...

    Nagork>
    Estoy seguro que Tancredo intentará rescatarlo, necesitaremos protección. Los quiero a todos en Arkhein, ¡ahora!


    Los miembros de la Legión Oscura se reunieron organizadamente dentro del Teatro del Juglar, esperando con ansias por la sangre del bastardo comandante Athonidas. Por supuesto, sus amigos no iban a abandonarlo tan fácilmente.

    Tancredo llamó a su Subcomandante y le habló en secreto, mientras sus colegas se preparaban para dirigirse hacia Arkhein. “Tengo una misión para tí” - le dijo Tancredo. Minutos más tarde, el Ejército Real comandado por el mismísimo Tancredo y su Subcomandante, se dirigieron a Ullathorpe, donde reclutaron a algunos soldados más. Prosiguieron camino a Arkhein, donde Nagork se preparaba para ejecutar públicamente a Athonidas…



    Nagork>
    Y finalmente, aquí estamos reunidos. Para presenciar la ejecución del Comandante Athonidas…

    Nagork>
    Luego de tantas batallas, ¡al fin tendremos nuestra gran victoria! La gloria será nuestra hoy.

    Nagork> La muerte de Athonidas reducirá la moral del Ejército y Tancredo será juzgado por sus propios subordinados. No dudaremos en aprovechar la situación para atacar con firmeza...

    Nagork>
    Bien, procedamos... Athonidas, Comandante del Ejército Real y Señor del Norte, te sentencio a muerte bajo la orden del Gran Demonio, señor de Arkhein y líder de la Legión Oscura.

    Nagork> ¿Últimas palabras?

    Athonidas>
    ... muere, maldito...


    El Ejército Real rodeó el viejo Teatro Juglar y comenzó una gran batalla dentro del mismo. El Demonio, que se encontraba observando la ejecución desde las sombras, desapareció del Teatro y buscó refugio en Arkhein, no podía darse el lujo de correr peligro ese día. Nagork defendería bien la ciudad de todas formas. En medio de la feroz batalla, Athonidas se liberó, tomó una espada del suelo y se puso de pie como pudo, debido a sus graves heridas. Nagork se encontraba rodeado por varios de los mejores soldados del Ejército Real, por lo que no pudo ver cuando el Subcomandante tomó a Athonidas, y lo llevó a cuestas en su espalda afuera del Teatro del Juglar, corriendo a toda velocidad por los bosques de las afueras de Arkhein. El Subcomandante tuvo que detenerse, ya que el peso de Athonidas lo había agotado. De pronto, una poderosa bola de fuego iluminó los bosques, al pasar junto a Athonidas y se estrelló de lleno en el pecho del Subcomandante...


    Nagork>
    ¿Pensabas que podías escapar? Hasta nunca, Comandante…

    Athonidas>
    ...nunca podrás derrot…


    La pesada espada de Nagork separó la cabeza de Athonidas de su cuerpo con un sólo movimiento…
    Pero de repente, algo inesperado para Nagork sucedió. La cara de Athonidas, mágicamente se transformó en la de otra persona...


    Nagork>
    No puede ser... era... un Druida... ¡un maldito Druida! ¡NOOOO!El bosque explotó en llamas por la ira de Nagork mientras la Armada Real se retiraba de la ciudad de Arkhein como podía.

    Soldado Real> ¡Lo tenemos! Está muy herido, llévenlo directamente a la ciudad, ¡rápido!


    Los soldados de la Legión Oscura habían acabado con decenas de Soldados Reales pero Athonidas había escapado justo en las narices del Señor de los Dragones...




    - 5 -



    Última edición por El Narrador; 08/03/2016 a las 23:49



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